Amor.
Esta es una palabra que usamos para tapar agujeros.
Tiene el tamaño exacto de esos acalorantes baches del discurso,
de esos espacios con forma de corazón rojo,
que nada se parecen a corazones de verdad.
Ponle un moño y puedes venderlo.
Después estamos nosotros dos.
Esta palabra nos queda demasiado corta,
tiene sólo cuatro letras,
muy poco para llenar esos hondos vacíos desnudos
entre las estrellas que nos aplastan con su sordera.
No es el amor en lo que no queremos caer sino en ese miedo.
Esta palabra no es suficiente pero tendrá que ser.
Es una sola vocal en este silencio metálico,
una boca que dice una y otra vez, un dolor,
un asombro, una respiración, un dedo aferrado a la cornisa.
Podemos agarrarnos o dejarnos caer