Cada mañana me aferro a la justa y hermosa voluntad del Padre, me quedo con Él porque de su lado encuentro las sonrisas ilógicas, la paz inexplicable y el amor inagotable.
Cada mañana me aprehendo de la cruz donde su sangre preciosa fue derrama y me limpió de todo pecado.
Cada mañana agradezco a Dios porque el me tiene escondido en un rincón especial de su corazón, agradezco porque mis pecados borró, los echó al olvido; y hoy vivo una nueva vida en Él.
Esta mañana mi corazón se llena de absoluto gozo y confianza porque sé que Dios suple todas mis necesidades, de su mano puedo enfrentar cualquier obstáculo porque en Él esta mi fortaleza, Él es escudo alrededor de mí.