Señor mío, y Dios mío. Creo firmemente que estás aquí, que me ves y que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis errores y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía Inmaculada, San José, Ángel de mi Guarda, intercede por mí.
Al acabar tu meditación, no te olvides de dar gracias. Puedes hacerlo así:
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido por la intercesión de mi ángel, la ayuda necesaria para ponerlos en práctica.