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Reflexiones para mis abuelitos



“Una abuela es una maravillosa madre con un montón de práctica. 

Un abuelo es viejo por fuera y joven por dentro”

Los abuelos son el mayor tesoro de la familia, los fundadores de un legado de amor, los mejores contadores de historias, los guardianes de las tradiciones que perduran en el recuerdo. Los abuelos son las bases solidas de la familia, su amor muy especial los diferencia.







Ser abuelo es una de las experiencias más maravillosas que la vida puede regalar a una persona. Jugar con un niño a quien se reconoce como propio, porque forma parte de nuestra descendencia, es algo que lleva mucho de aventura y agrega un sabor “especial” al diario vivir. 

Un nieto hace renacer en los abuelos el espíritu del niño que llevan dentro, pero que no habían recordado desde hacía mucho tiempo. Al despertar ese espíritu, los hace ver lo maravilloso de una mariposa o el color cambiante de una burbuja de jabón. 

A través de los ojos de un niño que lleva la sangre del los hijos y la propia, se ven cosas olvidadas de la infancia, que jamás se creyó que permanecían en la memoria. De pronto se sabe de nuevo cachar una pelota, brincar al bebeleche o simplemente hacer “voces” para representar a los personajes de un cuento. 




La maravilla con que los niños descubren las cosas nuevas, hace comprender a los adultos que se han pasado por alto muchos dones que se tienen alrededor y que por descuido, no se han apreciado lo suficiente. 

Los abuelos son casi siempre muy hábiles para encontrar dulces en cualquier lado: sobre las ramas de un árbol, debajo de un cuadro o de la manga de la camisa del nieto. 

En casa de los abuelos, los nietos son los que mandan, allí se puede comer chocolates antes que la sopa, aunque mamá se moleste, y si no se quiere ir a la cama temprano, se puede prolongar el día un poco más.


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